Vicente era un empresario de relativo éxito: generaba negocio, tenía empleados y acumulaba 3 propiedades en Madrid y alrededores, como muchos otros allá por el año 2007.
Bastó una sucesión de contratiempos para que todo comenzara a empeorar: sufrió un accidente trabajando (porque él era de los que se remangaban en la obra…), y perdió una pierna, todo al mismo tiempo que en Wall Street caía Lehman Brothers. Era mediados de septiembre de 2008 y lo que Vicente no podía imaginar en su cama de hospital, era que todo lo que oía por la radio, porque es hombre de radio, iba a interconectarse con él.
El resto de la historia es la de otros muchos miles de ciudadanos: incapacidad involuntaria de pago, peregrinar hasta su oficina bancaria a ver qué hacían, y adentrarse en una espiral de «engaños» que al final le llevaron a perder sus tres propiedades. Sólo consiguió arañar un contrato de alquiler para poder seguir viviendo en la que era su casa de toda la vida.
Fondo de Inversión
Y así ha venido tirando hasta hoy, con su pensión de invalidez (se pueden ustedes imaginar la cuantía) y los trabajos esporádicos y <<a la española» de su mujer. Pero, su banco, como tantos otros, transmitió a un Fondo de Inversión ese «activo tóxico» que era el piso en el que vive. Y el Fondo de Inversión ha aguardado pacientemente hasta que se acerca ya la finalización del contrato de alquiler.
Como es habitual, las intenciones comunicadas no son respetar las mismas condiciones para que Vicente, su mujer, su hijo aún adolescente y su madre impedida sigan viviendo allí, sino que se le pretende imponer una subida de casi el 380% de la renta……«claro!!! es un Fondo de Inversión, van a ganar dinero», dirán algunos. Fondo que por cierto cruzó el Atlántico desde las cercanías de Wall Street, donde ya había agotado sus caladeros.
Y tanto que van a ganar dinero. Tan claro tienen que si Vicente y su familia se van del piso, y lo pueden vender, van multiplicar la inversión, que ese Fondo (no importa el nombre) le ha llegado a ofrecer a quien escribe esto una suma muy importante si colaboraba para convencer a Vicente de que se vaya. Y ya de paso mantenían el ofrecimiento «para todos aquellos casos que te vayan saliendo con nosotros», dijeron.
Debe ser su práctica habitual a juzgar por la naturalidad con la que planteaban tal componenda; y aún insisten en que soy yo el que se ha pasado «al lado oscuro».
Evidentemente no hay derecho a lo que pretenden hacer con Vicente, y me consta que con otros muchos, pero en ciertos círculos parece ser que no es cuestión de que haya o no derecho, sino que simplemente para ellos no existe el Derecho.
Continuará…